Como una suerte de presagio, la historia de Romina Cohn en relación con la música está impregnada de anécdotas de la infancia. Ya a los 11 años pasaba las horas jugando con un par de bandejas technics que había comprado su primo disc jockey, quien además de una colección de vinilos le dejó como legado la inquietud por los discos, las nuevas sonoridades y las artimañas técnicas.
Quizá haya sido esta serie de casualidades -apoyada a sus convicciones- las responsables de que con apenas 20 años ella irrumpiera en la competitiva (y mayormente masculina) escena electrónica de Buenos Aires. Del techno y el house a la vertiente industrial y casi punk que marcó sus primeras presentaciones, Romina llegó a enriquecer sus sets hasta volverlos genéricamente imprevisibles.
Reacia a ser encasillada en estilos, es uno de esos djs que permanentemente sorprende a la audiencia. Con esta huella musical, apoyada en una personalidad de singular carisma, su carrera encontró a partir de la residencia que obtuvo en la desaparecida discoteca Morocco un vuelco tan inesperado como merecido.
Fue allí donde el DJ alemán Hell la escuchó por primera vez, conoció sus producciones y luego, sentenció: »You have to be a Gigoletta now», contratándola rápidamente como nueva artista de su sello Gigolo Records.
La proyección internacional empezó, entonces, a concretarse a través de giras por los Estados Unidos, Europa, que no sólo la llevaron hasta los principales clubes del viejo continente, sino también a prestigiosos festivales de renombre mundial (Sónar, Winter Music Conference de Miami, Loveparade, Mayday, Benicassim).
Así, en los últimos años, compartió cabina con artistas de la talla de Laurent Garnier, Jeff Mills, Carl Cox, Derrick Carter, Howie B, Funk D’Void, Aphex Twin, por citar sólo algunos, y formó parte de la propuesta artística de Creamfields Buenos Aires, en todas sus ediciones. Tan abocada a su performance de dj como a su faceta de productora, hasta el momento lleva editados en el mercado mundial sus discos Angely Non Stop, además de haber participado con sus temas en diferentes recopilatorios.
Asimismo, de su trabajo en estudio surgieron varios remixes que trasladaron a la pista de baile el fervor del rock argentino (los tracks realizados para Babasónicos y Ratones Paranoicos sirven como buenos ejemplos). Sin embargo, su incasable exploración artística no está limitada a la música. Como novel realizadora cinematográfica, se destaca su labor de dirección y producción en el cortometraje Kill, protagonizado por el músico Ricardo Mollo, líder del grupo Divididos.
Durante 2004, Romina multiplicó sus presentaciones a nivel nacional, llevando su potente capital de techno y electro hasta ciudades de todo el país.
Al mismo tiempo, la dj mantiene un contacto permanente con su público de Buenos Aires así como integra el line up de las fiestas más concurridas y exigentes de la escena dance local ( tocó en 1Live!, con Ladytron y LCD Soundsystem y con Audio Bullys en Rosario), también se presenta en discotecas más pequeñas. Es residente de Kika Club y de la convocante propuesta de Club 69, donde toma las riendas de la cabina cada quince días.
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